El momento de elegir
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a concluido la campaña y este domingo los chilenos elegirán al próximo Presidente de la República. Ha sido un proceso electoral atípico por muchas razones, generalmente no para bien, y por eso el ejercicio que deberán realizar los ciudadanos pasado mañana no tiene precedentes.
Es indudable que esta elección se enmarca dentro de un contexto político más amplio surgido del violento estallido del 18 de octubre de 2019 y del proceso constitucional al que dio inicio.
Los dos últimos años han estado fuertemente marcados por lo anterior, no sólo a nivel político, sino también social, y es innegable que ello ha conllevado un grado de tensionamiento importante en nuestra convivencia, así como en el debate público.
La crisis económica desatada por la pandemia ha sido otro factor determinante de esta elección. Por un lado, se ha usado para justificar una agenda legislativa poco responsable que explica buena parte de los "factores idiosincráticos" que, según el Banco Central, contribuyen al deterioro del escenario macroeconómico. Pero además, la crisis determina casi por completo la agenda económica del próximo gobierno, al menos en el corto plazo, que enfrentará un muy complejo panorama bien sintetizado en el último IPoM del año, conocido esta semana. Esto, además, debe mirarse a la luz de un gobierno con escasos margen y recursos para influir con fuerza en la agenda política.
Tal vez fue esta combinación de elementos lo que terminó configurando una campaña entre dos visiones muy contrapuestas, separadas por una distancia ideológica que el esperable impulso moderador de la segunda vuelta no redujo significativamente.
Así, aunque los electores deberán optar el domingo entre dos proyectos de país muy distintos, todo apunta a una competencia muy estrecha. La crispación y apasionamiento del clima electoral no deben traspasarse a la siguiente etapa: contados los votos, candidatos y votantes tendrán que respetar el resultado. A partir de ese punto, el camino institucional hasta el traspaso de mando en marzo es muy claro. En eso no puede haber sorpresas.